En 1998, los gobiernos de América Latina y el Caribe se comprometieron a universalizar la Educación Preprimaria, asegurar el logro universal del ciclo primario, elevar a 75 % la cobertura neta de la educación secundaria y erradicar el analfabetismo adulto.

Hay que recordar que estos compromisos emanan de dos eventos mundiales sobre educación celebrados, uno, en Jomtien (1990) y otro, en Dakar (2000) con el fin de alcanzar una “educación para todos”, y que serán revisados en Incheon, República de Corea, en mayo de 2015.

Cada país deberá informar sobre la situación de avances y limitaciones que han tenido en esta materia. En el caso salvadoreño, la actual administración deberá exponer avances, limitaciones y proyecciones prácticamente desde la firma de los Acuerdos de Paz.

LA UNESCO y la CEPAL llevan en Latinoamérica el protagonismo e impulsan a los países a hacer realidad los acuerdos tomados. El año pasado, estos organismos internacionales crearon una especie de movimiento de avanzada denominado “Educación post 2015”, es decir, están pensando no solo en evaluar lo hecho hasta hoy, sino también, lo que habrá de hacerse en los años venideros.

Con su lenguaje peculiar, sus representantes afirman que “hay varios países que están cerca” de lograr los objetivos de la Educación para Todos, pero que “hay muchos que no lo han hecho”. Incluso, manifiestan que en cuanto a “la calidad educativa que ofrecen, casi todos los países de la región “están muy lejos de cumplir”.

La CEPAL-UNESCO asegura que gran parte de la ineficiencia observada en calidad, equidad y eficiencia de los sistemas se debe, entre otras cosas, a que no han sabido explorar de manera efectiva las diversas fuentes de financiamiento para la educación.

Por ejemplo, poco se ha hecho por buscar los aportes privados y de la sociedad civil, la cooperación internacional o el canje de servicio de deuda por inversiones en capital humano. Aunque tienen claro que si no hay una eficiente gestión, la inversión puede caer en saco roto y generar más problemas que soluciones.

Por ejemplo, destacan la necesidad de orientar la gestión del sistema educativo al servicio del aprendizaje y el aumento de la responsabilidad social por la educación tanto en los oferentes como en los usuarios y sus familias. Además, ven importante asignar un especial rol a la escuela en su gestión como comunidad de aprendizaje y participación, y la urgente necesidad por mejorar los recursos humanos docentes.

Juan Carlos Tedesco, alto ejecutivo de la UNESCO, manifestó recientemente que una verdadera política de estos países se verá reflejada con la firma de un pacto por la educación entre todos los sectores de la sociedad que a su vez se comprometan a brindar los recursos financieros necesarios para tal fin.

En estos momentos, el gobierno salvadoreño elabora su Plan Quinquenal de Desarrollo, seguramente se está moviendo en este macro marco diseñado por la comunidad internacional en el campo educativo y del cual El Salvador es signatario.