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lunes, 13 de junio de 2011

De la mano de Luxemburgo



La Agencia luxemburguesa para la cooperación al desarrollo, a través de un convenio con el Ministerio de Educación, asignó $600 mil para desarrollar este año un programa de alfabetización en trece municipios de Usulután y San Miguel. En la zona también lleva otros proyectos que implican mejoras a las localidades

Fredman, facilitador en el círculo alfabetizador del caserío Las PIlas, orienta a María.


Susana Joma Domingo, 12 de Junio de 2011

En medio de la penumbra de una rústica casa de bahareque y láminas, se divisa la figura de una mujer. Está sentada frente a una mesa sobre la cual se inclina para escribir en las páginas de un cuaderno. Afuera, en el patio, dos niñas con sus caras y el cuerpo pintado de tierra juegan despreocupadas. Mientras un hombre mayor, que más tarde resulta ser su padre, saluda con cierta timidez a los extraños que se han detenido ante el cerco.

La curiosidad hace que María Francisca Pérez Pérez, de 28 años, interrumpa el desarrollo de su tarea y salga de la morada, que está asentada en el Caserío Las Pilas, del municipio de Jucuarán, Usulután.

Cada tarde un grupo conformado por 12 personas, entre adultos y jóvenes adultos, se reúnen allí, dispuestos a aprender a leer y escribir, bajo la guía de dos alumnos del Instituto Nacional de Jucuarán.

Son las tres de la tarde. El clima está fresco y José Solórzano González, el esposo de María, empieza a sacar varias sillas plásticas de distintos colores donde se sentarán los alumnos del círculo de alfabetización para recibir la clase, que ese día estará dedicada a aprender cómo trazar y formar palabras con la letra M. Esa es la misma que se utiliza para escribir Luxemburgo, el nombre del país que apoya las acciones de alfabetización en varios municipios de Usulután, entre ellos Jucuarán. Así como en otros del departamento de San Miguel.

Ese es parte del apoyo que la nación amiga, a través de su organismo cooperante (Agencia Luxemburguesa para la Cooperación al Desarrollo), brinda al Ministerio de Educación (Mined) para desarrollar el Programa Nacional de Alfabetización.

Para los residentes de Jucuarán la ayuda de Luxemburgo resulta más que oportuna, considerando que son muchos los mayores de edad de esa localidad que cuando estaban niños no tuvieron la oportunidad de asistir a la escuela.

La mayoría de los que asisten a ese círculo de alfabetización coincidieron que por ser de escasos recursos económicos se veían obligados a ayudar a sus progenitores en las labores de la casa, como la extracción del agua de los ríos cercanos, así como la labranza de la tierra y recolección de las cosechas de granos y hortalizas. A María Francisca le pasó lo mismo en su natal Morazán. "Primero Dios aprendamos", dijo en voz baja, casi como un susurro.

Sino fuera por el organismo internacional el esfuerzo de alfabetización tal vez no habría llegado a ella y sus vecinos, por lo menos no todavía. Eso considerando que en los dos últimos años la Cartera de Educación, por la falta de recursos, se ha visto en apuros para alcanzar la cifra de personas alfabetizadas que se había trazado como meta anual.

En 20l0 el ministerio sólo cubrió cerca de 52 mil personas, de las cien mil que se venían atendiendo en gestiones anteriores.

Los representantes de algunos gremios no descartan que a eso podría deberse que para 2011 las autoridades educativas hayan optado por bajar la meta de cobertura a 59 mil.

Para Manuel Molina, secretario general del Sindicato de Maestros del Programa Educo (Simeduco), el hecho de que Educación no haya alcanzado las metas también estaría relacionado con el cambio de estrategia que realizó.

Es decir, que antes para el montaje de los círculos se auxiliaba de ONG que ya tenían experiencia acumulada y habían capacitado a muchos residentes de las comunidades rurales para fungir como facilitadores de la enseñanza y aprendizaje de adultos. Sin embargo, en los últimos dos años, con la idea de eliminar el subsidio que daba a esas organizaciones, optó por contratar personal para montar los círculos y convocar a los estudiantes de educación media para cumplir sus horas sociales como facilitadores (guías) de los adultos que se inscriben.

Según Molina, esa estrategia funciona en algunos lugares pero en otros no, debido a varios factores: hay estudiantes que tienen que pagar transporte para llegar hasta los círculos de alfabetización que atienden, pero cuando no tienen dinero no asisten y el ministerio no les subsidia. Lo mismo ocurre por la inseguridad que hay en muchas localidades.

Por suerte, en el caso de Jucuarán la inseguridad no es algo que afecte el proceso de alfabetización. Los habitantes dicen que es tranquilo. Eso permite que los círculos funcionen en horarios entre las dos y seis de la tarde, lo cual también favorece a varios miembros del grupo que han pasado toda la mañana y parte de la tarde haciendo labores de fumigación, como este jueves le ocurrió a Ana Francisca Sánchez Alvarado, una entusiasta mujer de 39 años que muestra gran disposición para aprender.

Ana Francisca no es la única interesada. A ella se suman dos jóvenes de 16 años que ya son madres, Ana Silvia Morales y Patricia Liset Sánchez. La primera sólo estudio hasta tercer grado pero afirma haber olvidado todo; la segunda sólo fue un año a la escuela. Por el momento la instrucción que reciben a través de Nelson Fredman González y Fredy Alexander Romero, ambos de 17 años, constituye la esperanza de desarrollo para ellas.

Ahí también viven los niños Patricia Vanesa Carranza, de ocho años: su hermano Óscar, de doce años y el sobrino de ambos, José Luis, de nueve, quienes no pueden hacer las operaciones básicas de sumar, restar y dividir, pese a que llevan más de dos años de estudio en una escuela local.

"Yo hago las restas y cuando se las enseño a la señorita sólo me pone revisado. Nunca me pone diez", comentó Patricia mientras observaba desde el camino que lleva a la casa de María Francisca Pérez.

Por eso no resulta extraño ver a los tres pequeños rondar las mesas donde se reúnen los adultos. Y es que, según expresaron, ellos tienen la ilusión de que los incluyan en la clase para poder mejorar, porque como sus padres no asistieron a la escuela no los pueden ayudar en casa.

En el mismo municipio hay cerca de 36 círculos de alfabetización, incluyendo el que está en la casa de Luis Días, en la Colonia Santa María.

La facilitadora encargada es Mayra Esmeralda Guzmán, de 18 años. Ella estudia el tercer año de bachillerato en Contaduría, en el mismo instituto donde Nelson y Fredy estudian el Asistente Administrativo.

Uno de los 15 discípulos de Mayra es Paulino Orellana, quien el próximo 22 de junio, cumple 77 años. El es agricultor y llega luego de terminar sus faenas. Lo mismo hace su hijo José Pablo Orellana, de 55 años.

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