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sábado, 18 de abril de 2015

Maestros para la construcción de un país

POR MAX MOJICA*


Alos funcionarios no les gusta invertir su capital político en acciones que no traigan réditos electorales ni políticos inmediatos, aunque dichas acciones sean de capital importancia para establecer las bases para el desarrollo de los países que administran. Una de tales actuaciones es promover la inversión en uno de los capitales humanos más olvidados en Latinoamérica, especialmente en El Salvador: los maestros.
Prácticamente todos los estudios internacionales sobre los avances educativos han llegado a la misma conclusión: lo fundamental para conseguir el desarrollo de los países es apostar decididamente por la educación de sus ciudadanos, lo cual no implica solo cambiar los planes de estudios, ni aumentar de manera indiscriminada los sueldos de los maestros ni reducir el porcentaje de estudiantes por aula, sino combinar factores educacionales, económicos, sociales y laborales que eleven la calidad de los encargados de impartir educación.
Por ejemplo, el estudio desarrollado por la consultora internacional McKinsey & Company, en diferentes escuelas, demostró que comparando resultados de dos niños en condiciones socioeconómicas y culturales similares, si tenían diferentes maestras, una de ellas de excelente formación y otra de mala formación, al cabo de tres años el niño con la mejor maestra estaba por encima del noventa por ciento de los alumnos de su nivel académico, mientras que el otro niño se mantenía --como mucho-- dentro del promedio del resto de sus compañeros. Por tanto, la calidad de la maestra producía una diferencia sustancial en el rendimiento académico de los alumnos.
El estudio concluyó que el impacto negativo que produce en los alumnos por parte de los maestros de bajo rendimiento es enorme, especialmente durante los primeros años de aprendizaje. En la escuela primaria, los estudiantes que tienen maestros de bajo rendimiento durante varios años seguidos sufren pérdidas educacionales que son prácticamente irreversibles, por lo cual, el Gobierno central por medio del Ministerio de Educación, debería de brindar el apoyo necesario para mejorar la calidad de la docencia en el país, a efecto de evitar los desastrosos efectos de una deficiente preparación en los primeros años de educación de los menores, daños los cuales difícilmente se compensan con la educación secundaria o terciaria.
La profesión magisterial en El Salvador debería combinar un elevado nivel de preparación para ser maestro con una adecuada y justa remuneración, para efectos de quien desee serlo, no solo tenga expectativas salariales dignas, sino que al mismo tiempo esté dispuesto a cumplir exigencias profesionales que lo hagan ser un educador de primer nivel, ¿la razón? La remuneración deberá estar en relación a la responsabilidad y rendimientos propios de la función de educación de calidad que ejerce.
Ahora bien, dignificar la profesión magisterial no radica únicamente en un aumento indiscriminado de salarios, sino en relacionar el salario con la calidad y rendimiento del docente: generar estímulos salariales al maestro según su nivel de preparación académica, de acuerdo con los resultados que obtengan sus alumnos y según los resultados que obtengan las escuelas --públicas o privadas-- a las que pertenecen. Una muestra de lo eficiente del anterior sistema descrito, es el programa impulsado por el presidente Obama en Estados Unidos, denominado "Carrera hacia la cima", por medio del cual pasó a nivelar adecuadamente los salarios docentes hasta compararlos con los devengados en otras profesionales liberales, basando la remuneración en los resultados obtenidos por los alumnos en pruebas estandarizadas (como la PAES) que pueden ser supervisadas de forma objetiva e independiente, y de ser posible, internacionalmente. Entre mejor el resultado de los alumnos, mejor el salario y las prestaciones recibidas, lo cual constituye un sistema de remuneración no solo justo, sino también calculado sobre bases objetivas que reflejan la entrega, dedicación y calidad de los docentes.
Dignificar la calidad docente, brindarle una adecuada remuneración, motivarlos a buscar la excelencia, no solo personal sino además para sus alumnos, sería la mejor forma en que El Salvador alcance ese dorado sueño de dejar el subdesarrollo quizás en los próximos 20 o 25 años. ¿Tendremos algún día un Gobierno que le apueste a la educación? Difícil de saber, la razón: la educación es un eslogan muy atractivo en los discursos oficiales, pero a diferencia de la economía, no rinde resultados inmediatos, los frutos tardan en verse, por lo cual no permiten a los presidentes y funcionarios salir "en la foto" de los "triunfos políticos" inmediatistas, que son ansiosamente buscados por los réditos electorales que generan.
Mejorar la calidad educativa pasa necesariamente por mejorar la situación de la piedra angular de la educación: la de aquellos encargados de impartirla, los maestros. Invertir en la educación del pueblo nunca es un error, de hecho, no existe tarea más urgente que la educación para garantizar el futuro próximo de El Salvador.

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