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viernes, 22 de mayo de 2009

LA AGENDA DE LOS POBRES Manuel Molina (padre)

El qué comer, con qué vestirse, en qué vivir, la salud, la educación siempre hicieron falta, es la agenda que está pendiente, el sueño de los pobres, los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Por eso se oye en la calle expresiones llenas de angustia, pero cargadas de esperanza como esta: “Ojala que esto cambie, que don Mauricito nos cumpla, ya no aguantamos…”, la vida se volvió difícil en los últimos veinte años.

Lo que ha dominado a lo largo de la historia de nuestro país, El Salvador, es el interés de los terratenientes, de los empresarios, de los grandes comerciantes y de los banqueros; mientras que el interés de los pobres, de los marginados, es decir, de los trabajadores y trabajadoras nunca fue prioridad de los diferentes gobiernos a lo largo de nuestra historia. Los pobres no han tenido agenda, no porque los pobres no hayan tenido necesidades, intereses, deseos, aspiraciones, ni sueños de futuro, por supuesto que las han tenido, pero las aspiraciones de los pobres no ha tenido espacio para que se conviertan en realidad, al trabajador le han negado todo, desde el salario mínimo, hasta el pago de las horas extras…

El qué comer, con qué vestirse, en qué vivir, la salud, la educación siempre hicieron falta, es la agenda que está pendiente, el sueño de los pobres, los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Por eso se oye en la calle expresiones llenas de angustia, pero cargadas de esperanza como esta: “Ojala que esto cambie, que don Mauricito nos cumpla, ya no aguantamos…”, la vida se volvió difícil en los últimos veinte años. El éxito y la gran vida de los grandes comerciantes y banqueros se convirtieron en la pesadilla para la gente, vivir o sobrevivir se volvió una gran hazaña.

Los salvadoreños y salvadoreñas sabemos en carne propia que el neoliberalismo es la negación sistemática de los derechos económicos, sociales, políticos y culturales de la gente y el privilegio de unos pocos para enriquecerse ilimitadamente. El gran anhelo de los pobres es que mejoren las condiciones de vida: que haya trabajo, que mejoren los salarios, que pare la inflación, que se invierta más en educación y salud, que se elabore una política de protección y recuperación del medio ambiente. Que se propicie la participación ciudadana. Que se rompa con la perversidad neoliberal, que no se intente disfrazar el neoliberalismo con nombres que ocultan la esencia y la presencia del pensamiento que predomina en el mercado. Que no se imite ningún modelo de desarrollo, que se piense con cabeza propia el proyecto de desarrollo de la nueva patria.

En Brasil, el proyecto Lula da Silva es la continuación del neoliberalismo, un neoliberalismo disfrazado o un neoliberalismo con visión de izquierda como apuntan algunos observadores que siguen de cerca el proceso brasileño. Lula no les ha podido cumplir a los trabajadores, los campesinos viven frustración, la precariedad y la pobreza no ha sido combatidas como se prometió y el presidente no les puede cumplir porque el neoliberalismo se lo impide.

Por eso cada primero de mayo los trabajadores y trabajadoras piden aumento salarial, la creación de empleo, el respeto a las prestaciones sociales, etc. Pero esta vez, Mauricio Funes ha marchado con la clase trabajadora en El Salvador y como presidente electo ha dicho que el cambio sí va, que a la derecha no le va a ceder ni un milímetro, que en sus cinco años de gestión va a acompañar a los trabajadores en sus luchas. Si las cosas se plantean así y se cumplen como está pensado, la agenda de los pobres se puede comenzar a ejecutar. Sin embargo, para que esta agenda se cumpla requerirá de mucha lucha, de que los trabajadores se organicen, que discutan entre ellos sus necesidades, sus problemas y que propongan soluciones. Esta agenda no se va a cumplir sola, será el resultado de la lucha.


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