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lunes, 9 de mayo de 2011
VI Congreso del Partido Comunista de Cuba
Lunes, 09 de Mayo de 2011
Dagoberto Gutiérrez
Como toda revolución verdadera, la cubana necesita aprender a inventar nuevas soluciones a viejos problemas. Es cierto que se tiene la ventaja de contar con más de un modelo de revolución que enseñan lo que no se debe hacer. Esto puede ser ventajoso siempre y cuando los procesos políticos no dejen de tomar en cuenta la levadura humana de los sujetos de las revoluciones.
En el caso de Cuba, el imperialismo cercano jugó un papel fundamental en la radicalización del proceso; pero la figura del bloqueo ha llegado a ser un fenómeno más perjudicial que beneficioso para el pensamiento revolucionario, porque en nombre del bloqueo pueden aparecer excusas que expliquen la ausencia de medidas, políticas o conductas, que resuelvan problemas contantes y sonantes. Resulta que no siempre las campanas ideológicas o políticas bastan para convocar. En definitiva, es la solución concreta, de los problemas concretos, de los seres humanos concretos, lo que definirá la posición de las personas ante la revolución y dentro de la misma. De todas maneras, en el proceso político, lo que se llama poder político no solo se justifica frente al régimen sino frente a la construcción de una nueva vida, y aunque resulte cierto que la revolución cubana tiene prestigio y autoridad, y apoyo, en el seno del pueblo, todo parece indicar que no siempre las decisiones acertadas se han cumplido eficientemente o que no siempre se han tomado las mejores decisiones.
La relación del Partido Comunista con la sociedad resulta ser una especie de mecanismo para medir el avance de un pensamiento anticapitalista entre los seres humanos, porque si ser miembro del partido equivale simplemente a ser funcionario del aparato del Estado, o si significa contar con privilegios por encima del grueso de la gente, o que ser miembro del partido no exija ser el mejor ciudadano, el mejor trabajador, el mejor funcionario, entonces, muy difícilmente puede existir una vanguardia segura y reconocida.
El Congreso ha discutido todo esto de manera descarnada, porque es ahora o nunca, y la vinculación con el papel crucial del mercado en la construcción del socialismo, resulta evidente en todo este proceso de rectificación. Se trata de resolver la relación Estado-mercado, porque si el capitalismo es mercado, trabajo asalariado y propiedad privada sobre los medios de producción, actuando conjunta y armoniosamente, parece ser que toda construcción socialista necesitará definir el papel de ese mercado, sin trabajo asalariado y sin propiedad privada sobre los medios de producción. El asunto es que si la propiedad privada de la que hablamos es sustituida por la propiedad estatal, no resulta fácil entender de donde va a salir la propiedad social, y al mismo tiempo, como se va a manejar las conocidas pulsiones humanas, que prefieren lo tuyo y lo mío, antes que lo nuestro. En otras palabras, que resultando fundamental resolver el hambre de paz, también resulta clave resolver el hambre de belleza que también es una necesidad humana.
El tema de la democracia resulta engarzado con lo que estamos abordando porque ya no solo se trata de democracia ante o en el régimen político, sino en la economía, en la educación, y en la vida toda, de modo que democrático sea la sociedad, y así las cosas, el juego de las diferencias entre los seres humanos ha de reconocer las diferencias de estos seres humanos frente a la oportunidades que el régimen político entrega a la población cubana.
Las actividades del VI Congreso construyeron una amplia discusión que ventiló las opiniones, críticas e hipercríticas que los dirigentes deben oír, entender y tomar en cuenta, porque de otro modo, resultan ser las corrientes de opinión subterráneas y no las opiniones oficiales las que proporcionen una visión confiable sobre el proceso revolucionario, y la “opinión de arriba” llegue a ser diferente o hasta opuesta a la “opinión de abajo”. Y, junto a esto, las discusiones pusieron a flor de piel la convivencia de un orden oficial y un desorden real, en la medida en que no pocos problemas acuciantes, dejan de resolverse por los cauces públicos y oficiales y pasan a resolverse por tuberías paralelas que construyen centros de poder significativos, no siempre partidarios, no siempre revolucionarios ni populares.
En todo caso, es buena noticia que la Revolución Cubana se mire a sí misma, fuera de los espejos embellecedores, porque de otro modo, no resultaría fácil un examen concienzudo de la proeza titánica que esta hermosa revolución ha realizado hasta ahora.
Se trata de enfrentar y confrontar a los factores que nacidos dentro de la misma revolución, son capaces de asfixiarla y de tenerla, por eso es oxigenante este congreso, y lo será la próxima conferencia de enero para discutir, a flor de piel, el trabajo del partido comunista. Los revolucionarios cubanos cuentan con la inspiración, el talento y la experiencia necesaria para mirarse cara a cara en su propia experiencia.
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