Roberto
García
Cuentan
que en las tertulias de una pausa o reflexión pedagógica uno de los
temas que aflora como punto de agenda, sin que nadie se lo proponga y
de manera natural, es la renuncia del Ministro saliente y la llegada
del nuevo. Hay una especie de recuento de los hechos que durante la
titularidad de Sánchez Cerén se produjeron, estos hechos están
cargados de un gran malestar entre los docentes. Entre las cosas que
se dicen: “...pasará a la historia como el ministro que nos
engañó”, “...hasta peleamos para que quedara”, “...nos hizo
creer que era de izquierda y siguió con el plan 2021, al 2021 sólo
le cambió nombre...”, “...ni siquiera la atención a nuestra
salud pudo mejorar y así quiere ser presidente...”, etc.
Pocos
maestros y maestras le dan la razón en lo actuado al ahora
ex-ministro. Los argumentos de estos docentes son: “...que él no
decidía, que el gobierno no tiene dinero...”, que la herencia que
recibió no podía deshacerse de ella tan pronto...”, “que él
tenía voluntad pero que no lo dejaron..”, etc. Pero uno ve que en
otras áreas del gobierno tienen mejores salarios, mejores
prestaciones sociales y hay puestos que son verdadederamente cómodos.
Estos compañeros no se dan cuenta de que somos el sector del
gobierno peor pagado, con una carga de trabajo enorme y una
responsabilidad muy grande. No es que no haya dinero, el asunto es
que no somos la prioridad.
Ciertamente
que la llegada de Sánchez Cerén a la titularidad del MINED generó
en el magisterio muchas expectativas. Muchos creyeron que el
magisterio recibiría un trato mejor, pero lo que él hizo fue negar
los derechos, maniobrar para adornar su negativa. Lo que se percibe
es que Sanchez Cerén como no tenía nada verdaderamente nuevo que
ofrecer decidió continuar con el plan 2021, cuya esencia es
represiva con los maestros, exigencia más exigencia, sin dar nada a
cambio, esperaban que los maestros fueran comprensivos con el
gobierno, complacientes con el ministro porque dicen que son de
izquierda. Este ministro y su séquito de camaradas del partido en
los puestos departamentales, se sumó al argumento que la derecha
inventó que la educación anda mal porque los maestros son
haraganes, que faltan mucho, que de cualquier cosa hacen negocio,
etc. ignoró que los maestros son mal pagados, que son atendidos de
una manera altamente ineficiente por el ISBM, que somos un magisterio
enfermo y laboramos en la precariedad.
Hay
algo más, ignoró que la mala calidad responde a una necesidad
política del régimen. Hagamos un poquito de historia: la calidad no
le conviene a un régimen politico en el que los sucesivos gobiernos
hacen mal las cosas; en donde campea la corrupcion; en donde la
represion está a la orden del día, los desaparecidados, los
torturados y las cácerles rebalsan de presos, como ocurría en los
años 80`s . En estas circunstancias la calidad no conviente porque
la calidad implica enseñar a pensar, a ser críticos y a rebelarse
frente a esa realidad, que reclalma ser transformada. En los años
60´s decidieron cerrar las escuelas normales, dejaron solo una, la
cual luego cerraron para convertirla en cuartel y abrir universidades
de “garage” e improvisar maestros y otros profesionales, esto
como parte de una respuesta política a un gremio que había
alcanzado niveles altos de profesionalismo, que sabía lo que es
educar, que estaba haciendo bien las cosas, pero no le convenía al
régimen político.
Todo
lo que se gestó en las escuelas, el movimiento estudiantil, el
surgimiento de la gremial que fue heróica por sus luchas, por el
papel que jugó en el proceso de transformación de aquella realidad
con la que discrepaba la mayoría de salvadoreños y salvadoreñas.
Vino luego la persecusión contra estudiantes, maestros y padres de
familia; la carcel, la tortura, los desaparecimientos, las masacres,
etc. La represión obligó a muchos maestros a tomar las armas, a
enmontañarse y seguir intentando transformar la realidad por esa
vía, otros, muchos murieron, pero hubo otros que emigraron y se les
encuentra en diferentes partes del mundo.
La
baja calidad de la educación en El Salvador, pues, no se explica
con el cuento vulgar de la haraganería de los maestros y maestras.
La baja calidad tiene causas y razones políticas. Digan por favor
señores si al régimen político le interesa en este momento generar
pensamiento crítico y transformador. Ustedes están interesados en
los cambios cosméticos, manejados por ustedes y que sirvan para
seguir generando expectativas, esto es el cambiar algo para que todo
siga igual.
Pero
estamos hablando del ex-ministro en forma expresa. Cuando Sánchez
Cerén llegó al ministerio la derecha creó todo un clima adverso a
lo que podía hacer en materia educativa el profesor, generando
miedo, incertidumbre; diciendo más mentiras que verdades. De repente
vimos que la campaña calló, ¿qué pasará se dijeron muchos? ¿Es
que la derecha ya fue tranquilazada por el ministro? ¿Qué hizo?
Pronto se comenzó a hablar del plan: escuela de tiempo pleno: “Vamos
a la escuela” y pudimos ver a varios derechistas hablar y explicar
con mucho entusiasmo el nuevo plan, y a quien se atribuía la autoría
intelectual ya no está en el ministerio, se fue muy molesto. El
mismo ministro ya no es más titular de educación, prefirió correr
con la cadidatura de su partido.
Después
de todo esto, uno se pregunta ¿Qué tan convencido estaba el
ministro en lo que estaba haciendo? O ¿Cuánta identidad le queda
con el gremio de maestros después de tanto ir y venir en otras
cosas? El principal distanciamiento es en el nivel de ingresos, no es
lo mismo tener salario de maestro, que de diputado, de vicepresidente
y quiera Dios que de presidente.
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