JUEVES, 15 DE MARZO DE 2012
Desde que los
sofistas en la época griega daban sus discursos en alguna esquina de alguna
ciudad populosa para vender el conocimiento, haciendo del arte del discurso su
mejor herramienta para convencer a su audiencia de que lo que decían tenía el
denominador de ser un conocimiento verdadero, aunque fuese falso, se instaló la
categoría de discurso sofista, para referirse a todos aquellos que utilizan el
arte del discurso elocuente para sugestionar y “convencer” a los que les
escuchan que lo que dicen no sólo es verdad sino que es el reflejo de su
alta moral y de su compromiso humano con los humanos.
Este arte
sofistico, es muy bien utilizado por los políticos del mundo actual, del cual
los políticos de El Salvador no son la excepción, quienes teniendo la capacidad
de no avergonzarse ante sus continuas ensartas de mentiras, se presentan
constantemente en forma directa o indirecta ante la población con el
rosto del prototipo o arquetipo de la moralidad que la población salvadoreña
necesita.
A inicios
de la última década del siglo XX la población salvadoreña con ideas e
ideales de izquierda experimentó el impacto de un grupo de sofistas que
lograron engañar muy hábilmente durante muchos años de la décadas
del 70 y del 80 a todos los que creían en la revolución, de tal forma que
cuando el FMLN se convierte en partido político y participa por primera vez en
elecciones para diputados, varios de los elegidos para diputados por parte de
este partido sacaron a la luz su verdadero rostro, su rostro no sólo de
sofistas sino de traidores, entre ellos se encuentran: Guadalupe Martínez y
sobre todo Joaquín Villalobos quien quedará registrado como el mayor sofista y
traidor de la historia revolucionaria en El Salvador.
Estos desencantos
que fue padeciendo el pueblo salvadoreño, las mayorías populares, continuaron
presentándose en los años posteriores con personajes como Facundo Guardado, que
al igual que los anteriores, vendió por unos dólares más sus convicciones y
traicionó a los que creyeron en él.
Ahora bien hay un
denominador común en todos estos sofistas, que además de ser traidores, después
de su traición han quedado muertos como políticos, como revolucionarios y
como personas ante la conciencia de los salvadoreños y en los archivos de la
historia, con mucho dinero pero muertos socialmente.
Pero las
insatisfacciones, traumas y lesiones a las aspiraciones y esperanzas más
sentidas de los salvadoreños han continuado hoy a finales de la primera década
de este siglo XXI, que no sólo se ha caracterizado por los grandes desastres
“naturales”, sino que también por las traiciones políticas, que más que
políticas son traiciones humanas, son traiciones a la dignidad humana. Esta
traición, que probablemente quede registrada en el siglo XXI como la más grande
y la más lesiva para la esperanza de un pueblo salvadoreño que continúa
padeciendo el yugo de la desesperanza encarnado en las políticas neoliberales
globalizadas, es la traición del sofista y SACRILEGO Mauricio Fúnes.
Este señor a lo
largo de su trayectoria como periodista construyó y vendió una imagen, su
imagen de alguien que hacía su trabajo como periodista entregado a las causas
populares, así como Joaquín Villalobos lo hizo desde la guerra revolucionaria;
con esta imagen construida sofísticamente a lo largo de muchos años logró
embaucar no sólo al FMLN como partido político sino que también a todo un
pueblo que ha padecido y continua padeciendo el escarnio de los que tiene
el poder económico a nivel nacional como internacional.
Mauricio Fúnes es
un gran sofista porque fue capaz con su discurso como periodista y como
candidato presidencial, hacer creer a propios y extraños que su comportamiento
está en consonancia con su discurso, es decir, que en él existía una unidad
entre lo que pensaba, lo que decía y lo que hacía. Fue capaz de vender la idea de
que esta unidad de pensamiento, palabra y acción era un reflejo fiel de su
compromiso con la verdad, la justicia y la libertad, pero que en la actualidad
bastaron diez meses de su gestión presidencial para que quedara evidenciado que
tal unidad no era más que un disfraz de la ruptura que hay en él de su
pensamiento, con su palabra y con su acción; una ruptura que pone al
descubierto que en Fúnes hay una separación total entre ética y palabra
públicamente comprometida y empeñada con el pueblo salvadoreño.
Mauricio Fúnes
además de ser sofista se convierte en un sacrílego, ya que su inmoralidad
ha llegado tan lejos que con tal de alcanzar y conservar su imagen como un
estadista bien preparado y comprometido con la verdad y la justicia, ha hecho
uso de la imagen de un personaje humano, el más sagrado para el pueblo
salvadoreño: Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
Desde su actividad
proselitista, sabía perfectamente que invocar a Monseñor Romero y al
pensamiento y vida de éste como el horizonte de su gobierno, implicaría
arrastrar detrás de la imagen de Monseñor como pastor a su pueblo, a su rebaño
para obtener el voto que necesitaba para llegar a la silla presidencial. De
hecho este propósito lo logró poniendo en práctica la famosa sentencia de
Maquiavelo: EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS.
Pero veamos como el
accionar sofista y de sacrilegio del actual Presidente de El Salvador
va quedando abruptamente al descubierto, para lo cual hagamos una
comparación entre la forma de actuar de Fúnes y de Monseñor Romero.
Mientras Monseñor
fue capaz de escuchar el sentir y sufrir de las mayorías empobrecidas, el
Presidente Fúnes sólo los oye pero no los escucha; mientras Monseñor era una
persona humilde estando su conciencia siempre en apertura a los avatares de su
pueblo, el Presidente es un jactancioso, prepotente y petulante, su conciencia
siempre está cerrada a los clamores de este pueblo; mientras Monseñor tuvo la
capacidad y la valentía de enfrentar y confrontar los poderes estructurales del
pecado, el Presidente Fúnes no sólo no los confronta sino que su accionar está
a favor de esos poderes oscuros teñidos de muerte; mientras Monseñor siempre
creyó que para que un proyecto de Nación funcione y dé frutos, debe
basarse en la verdad, en la justicia y a favor de las mayorías populares, el
presidente cree con su accionar a favor de las familias
adineradas como la Salume, la Cáceres de este país y de las
trasnacionales, que un proyecto debe de estar basado en la mentira, en la
corrupción con ropaje de verdad.
En mi pueblo tiene
un dicho popular que dice que el escupe hacia arriba en la cara le cae; este
saber popular, ilustra con mucha precisión el caso del Presidente Fúnes.
Hagamos referencia
a dos de sus afirmaciones principales en su campaña proselitista y en su
discurso presidencial: una de ellas fue que “no le temblaría el pulso para
perseguir y castigar a los corruptos” y la otra era la referida a las grandes
disparidades entre enriquecidos y empobrecidos: “o todos en cama o todos en el
suelo”. Si se analiza la primera afirmación a la luz de lo que el mismo
presidente afirmó en la tercera semana de marzo de este año que él no
metería a la cárcel a los corruptos, se ve claramenteque sus compromisos
con las familias adineradas que lo están patrocinando le han hecho olvidar
fácilmente uno de sus compromisos principales con todos aquellos que votamos
por la esperanza y por el cambio; con respecto a la segunda afirmación, a casi
10 meses después de la toma del poder presidencial, si bien es cierto que en
dicho tiempo es imposible contribuir a superar la pobreza, también es cierto
que su accionar da luces que los ricos no sólo seguirán durmiendo en la
cama, sino en una cama más cómoda y los pobres seguirán durmiendo en el
suelo.
A pesar de todo
esto, Fúnes sigue siendo astuto para tratar de mantener la imagen de un gran
estadista comprometido con las mayorías populares, astucia que se combina con
la habilidad de maniobrar con los blandengues diputados de la flamante Asamblea
Legislativa, de tal forma que por ejemplo, en el caso de que había propuesto el
Órgano legislativo de anular el cargo básico que se les paga a las
trasnacionales de telefonía por un servicio que la población no recibe, logró
Fúnes que buena parte de los asambleístas cambiaran de posición logrando nada
más una reducción pequeña, Fúnes de nuevo se olvidó de uno de sus
compromisos y de uno de sus horizontes teóricos de su campaña proselitista
y de su discurso de la toma del poder presidencial, de ser un gobierno a favor
de las mayorías populares y del fortalecimiento de la clase media.
La práctica del
actual Presidente de El Salvador, es una práctica negadora del pueblo y
afirmadora de la lógica del dominio del gran capital. Esta práctica en la
medida que niega al pueblo y atenta contra su dignidad, simultáneamente atenta contra
la memoria, la vida y el sacrificio de Monseñor Romero; a Fúnes o ya se le
olvidó o nunca lo entendió de que acá en El Salvador el pueblo y Monseñor
Romero son la misma cosa, son la misma persona, de tal forma que cuando Fúnes
con sus políticas funestasatenta y detenta la dignidad y las aspiraciones de
las mayorías populares, atenta contra las aspiraciones y sueños de
Monseñor.
No hay mejor forma
de matar la memoria de Monseñor Romero que matar las esperanzas del pueblo
salvadoreño, las esperanzas de las mayorías empobrecidas; parece entonces que
el Presidente de El Salvador está maniobrando en este sendero, pero con la
capacidad de que “regalando” migajas a los más necesitados, va haciéndoles
creer, al igual que el anterior Presidente Saca que está trabajado por ellos y
para ellos.
Monseñor Romero en
una de sus tantas homilías señaló y cuestionó que las personas y sobre
todo los más poderosos no debían idolatrar ni a las riquezas ni al dinero
dejando u olvidando el bienestar de la persona humana, ante esto sería
interesante saber con cuánto dinero contabaFúnes en su cuenta bancaría
antes de iniciar la Presidencia y con cuántodinero finalizará cuando termine su
periodo presidencial, porque tal como se va viendo su accionar en nada varía su
comportamiento con respecto a los cuatro Presidentes de El Salvador que le
precedieron; sería bueno ver a un Fúnes realmente sintiendo el hambre de los
pobres y alejándose del encanto de la riqueza y del dinero que dado su
posición, los ricos y las trasnacionales le han puesto a su disposición, para
que no los enfrente, no los persiga y nos los encarcele.
Mauricio Fúnes en
síntesis, bajo el paraguas de ser el Presidente de todos los salvadoreños,
justifica y niega en una forma sofisticada, que ya se apartó de sus compromisos
de campaña, convirtiéndose no en un funcionario que enfrenta y confronta
las estructuras de la corrupción, como lo hizo cuando era periodista, sino en
un sujeto ambicioso de poder y de riqueza, alejándose cada vez más del camino
de los marginados y de los excluidos y acercándose cada vez más al sendero de
los empobrecedores, de los oligarcas nacionales y transnacionales; no sería
extraño pues que desde su vista al Presidente de EEUU, sea recompensado en un
futuro con el premio nobel de la paz por servirle a los designios del imperio
más anti - vida que ha existido en la historia de la humanidad: el
Estadounidense, al igual que el Presidente de Costa Rica Oscar Arias.
Mauricio Fúnes se
ha convertido en un presidente pesetero en dos sentidos: en primer lugar porque
desde que recibe los tres millones de dólares del Sr. Salume y ser
ubicado su residencia en una gran mansión, fácilmente se ha dejado
encantar por la riqueza; en segundo lugar, porque la única diferencia entre él
y el ex presidente Saca, es que mientras el segundo “otorgaba” cierta cantidad
de dinero o de semillas mejoradas a los más necesitados, el actual
presidente “regala” un poquito más, pero no está dispuesto a enfrentar,
confrontar y cuestionar las estructuras del mal y de la maldad.
Para cerrar esta
reflexión, hay que recordarle al Presidente Fúnes, que la historia y la vida
siempre dan una segunda oportunidad, ojala, que las celebraciones del martirio
y memoria de Monseñor Romero, no le sirvanpara seguirse aprovechando de la
imagen del salvadoreño más universal, sino que le sirvan, como punto de
inflexión, para que haga un alto en el camino que hasta ahora ha transitado y
retome su compromiso con el pueblo salvadoreño y con las mayorías empobrecidas,
dicho de otra forma, parafraseando un pensamiento y palabras de Monseñor, “ya
es tiempo Sr. Presidente que recupere su conciencia y antes de escuchar los
encantos del dinero y de la riqueza, escuche los dictados de su conciencia”.
Santa Ana, 24 de
marzo de 2010
Por: Francisco
Quintanilla