A las puertas del año escolar, gremio advierte que la calidad del proceso de enseñanza se verá afectada si no se reconstruyen los centros derruidos.
SUSANA JOMA NACIONAL@ELDIARIODEHOY.COMSábado, 31 de Diciembre de 2011
La construcción de edificios y el desarrollo de obras de reparación y rehabilitación se mantiene como una de las principales demandas en el sistema educativo público. En muchos casos las necesidades son tales que se hace difícil describirlas.
Eso es lo que se pudo constatar a través de consultas realizadas la semana pasada entre personal de nueve comunidades educativas.
Una de estas es el Centro Escolar Llanos de Achichilco, de San Vicente donde todavía no ven que la construcción de dos nuevas aulas pase de las promesas a la realidad.
Las aulas servirían para extender el servicio educativo hasta nivel medio, lo cual ayudaría a los jóvenes que, actualmente, al terminar el noveno grado se ven obligados a viajar hasta otras localidades para sacar el bachillerato.
Las autoridades de esta escuela, que durante 2011 atendió a 500 alumnos, también esperan la rehabilitación de algunas aulas deterioradas y los servicios sanitarios.
El centro educativo Llanos de Achichilco carece de un auditorium para realizar actividades académicas y de canchas para que los alumnos practiquen deportes. Según datos brindados por Manuel Molina, secretario general de Simeduco, antes de que la depresión 12E afectara al país las autoridades daban cuenta de que había un déficit de $437 millones en infraestructura escolar.
"Hoy con la tormenta han dicho que son $50 millones lo que se necesitan para reconstruir. Esto implica que ahora el déficit es de $484 millones para reconstruir y darle mantenimiento", agregó el sindicalista.
Molina considera que si el gobierno no invierte más en este rubro será muy difícil superar una brecha que no permite que el proceso de enseñanza se produzca en ambientes agradables y favorables para el aprendizaje de los niños y adolescentes.
Eso precisamente es lo que lamentan en el Centro Escolar de Ciudad Credisa, en Soyapango, donde necesitan tres salones: uno que serviría para atender a los niños con problemas de aprendizaje, otro como salón de cómputo.
Xenia Marisol Burgos, una maestra que imparte la asignaturas Lenguaje y Ciencias Sociales en la escuela de Credisa, expresó que a la institución le faltan áreas de recreación y deporte, como una cancha. Actualmente, los escolares tienen que jugar en la cancha de la colonia. En los últimos años las instituciones educativas han tocado las puertas de varias ONG y alcaldías para solventar algunas necesidades en sus instalaciones.
Molina aseguró que eso ocurre porque la Cartera de Estado no atiende pronto sus demandas, aún cuando hayan cumplido con el requisito de presentar el proyecto de la edificación que solicitan.
Evelyn Patricia Rivas de Escobar, del Centro Escolar Las Ánimas, de San Martín, sostuvo que ellos tuvieron que pedir la ayuda de la comuna. "Firmamos un convenio y nos van a ayudar a ampliar los salones de clase, que es una de las necesidades primordiales que tenemos", comentó.
Sin embargo, la ayuda local resulta corta porque el centro educativo requiere de otras obras como cambio de techos, reparación de baños y la construcción de un muro perimetral. Este último implica una gran inversión pero, según lo expresado por la educadora, les evitaría volver a ser víctimas de saqueos.
Al carecer de muro, consideran, los delincuentes han entrado unas cinco o seis veces para hurtar alimentos y aparatos electrónicos.
Pero la infraestructura no es sólo cuestión de comodidad, puesto que las escuelas e institutos nacionales públicos claman por la construcción de más aulas ante el incremento de la población estudiantil cada año.
Los centros tienen dificultades para atender a más alumnos. Eso ocurre en el Complejo Educativo Marisol Bolaños de Rivas, ubicado en Sacacoyo, La Libertad.
Delmy Haydé Monterrosa de Alvarado, directora de dicho centro, afirma: "Este año hemos tenido que decirles 'ya no hay matrícula', porque la infraestructura ya no nos da (para más), ni el mobiliario".
En este complejo, donde este año se atendió a 750 estudiantes y hay una prematriculados 600 para 2012, tienen espacio para construir, necesitan nueve aulas y cinco maestros más. Tres nuevos salones les permitirían ya no utilizar tres salones que fueron construidos con lámina.
En este centro educativo también necesitan cambiar todo el techo antes de que inicie la época lluviosa.
Otro centro donde necesitan más aulas es el República de Alemania, en San Salvador. Carmen Rafles, educadora en dicha escuela, subraya que hace poco firmaron un convenio con representantes de la Embajada de Alemania, quienes les ayudarían a darle mantenimiento a las actuales instalaciones pero necesitan que el Mined les construya tres aulas, incluyendo una para dar apoyo a los estudiantes con déficit de aprendizaje.
Pero ¿qué dice Educación al respecto? El Diario de Hoy solicitó una entrevista sobre este tema a través de la oficina de Comunicaciones, pero al cierre de esta nota no había sido concedida. No obstante, las cifras que el vicepresidente y Ministro de Educación, Salvador Sánchez Cerén brindó a mediados de diciembre revelan que en el 2011 se destinaron $17.4 millones a este rubro.
Aunque Cerén no precisó cuánto de ese monto provino de países cooperantes, lo cierto es que la cifra está por debajo de los $52 millones invertidos en 2010 y de los $54.6 millones proyectados para 2012. Pese a que la inversión planificada para infraestructura será mayor el próximo año, es obvio que no logra cubrir el déficit de infraestructura que se arrastra año con año y que se agudiza con cada desastre natural.
Así, muchas instituciones educativas, como el Centro Escolar General Francisco Menéndez, de Ahuachapán, seguirán esperando recursos. En este caso, el 70% del techo ya sobrepasó su vida útil y el sistema eléctrico producen constantes variaciones de voltaje. Similar situación se viven en el Centro Escolar República de Corea, donde el techo de tres aulas y del centro de cómputo está arruinado y en el Centro Escolar Planes de Mariona, con una infraestructura deplorable: techos rotos, un barranco por área recreativa y sin un muro perimetral que evite el ingreso de extraños.
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