Este 16 de enero de 2012 se cumplen 20 años de la firma de los acuerdos de “Paz” en Chapultepec, México. Estos acontecimientos históricos indudablemente han marcado la vida de los salvadoreños. Pero…¿Qué ocurrió hace 20 años? el cese de las hostilidades guerreristas; es decir, el silencio formal de las armas, aunque continuaban disparándose algunos tiros por parte de las partes en conflicto. Estos sucesos tenían a la base la decisión del gobierno de los Estados Unidos de América de buscar una salida negociada al conflicto, debido a su incapacidad para sostener una guerra de contrainsurgencia financiada con alrededor de 2 millones de dólares diarios y la realidad objetiva del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), al verse afectado por el proceso de disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S) y la caída del muro de Berlín con lo que se limitaba el financiamiento y el apoyo político para esta organización guerrillera.
Si bien la guerra de desgaste dejó unos 75,000 muertos entre cientos de desaparecidos y costos millonarios a la economía del país, nunca pero nunca El Salvador había estado en una terrible guerra social como ahora; esta situación se debió a que no se planificó una etapa de post guerra que sirviera para sanar las profundas heridas abiertas por el conflicto y para refundar el modelo económico social y muy, por el contrario, se aprobó una ley de amnistía para evitar enjuiciar a los criminales, escondiendo la verdad de los acontecimientos, echándole sal y limón a las heridas abiertas por la crueldad de la guerra.
Aunque la mayoría de comandantes guerrilleros se beneficiaron con los acuerdos, estos no impactarían significativamente la vida de la población salvadoreña, debido a que no se acordó cambiar el modelo económico, político, social neoliberal; tanto los excombatientes, lisiados y grupos familiares del FMLN, como los de la Fuerza Armada de El Salvador (FAES) quedaron en situación de abandono y 20 años después, para el régimen no valen más que votos. Aunque algunos fueron beneficiados con tierras poco productivas y créditos, esos programas asistencialistas resultan ser insuficientes para resarcir los daños ocasionados por el conflicto, puesto que muchos sufrieron pérdidas irreparables.
20 años después de aquellos hechos históricos que silenciaron las armas, muchos de los problemas que generaron el conflicto se mantienen y se agregan otros, como el fenómeno de las “maras”, producto de la descomposición del tejido social; dos décadas no han sido suficientes para disminuir la desigualdad social que es más espeluznante que otrora.
Aunque después de los Acuerdos de “Paz” los escuadrones de la muerte, formados por militares para el exterminio de guerrilleros, políticos de izquierda y familiares, continuaban operando a baja escala, nunca, pero nunca ni en los momentos de mayor crudeza de la guerra civil de los 12 años, se produjo tanta muerte como después de la firma de esos documentos. Con un promedio de 13 asesinatos diarios, El Salvador se convierte en el país más violento del mundo, sumado al hecho que ocupamos uno de los primeros lugares en vulnerabilidad ante desastres “naturales” a nivel mundial.
Lo anterior nos permite concluir en que los Acuerdos de Paz son una desilusión para quienes vivimos más pobres que antes; ahora hay miles de salvadoreños que tienen que pagar “renta” para que les dejen trabajar y se les respete la vida; miles de familias que han perdido familiares a manos de la delincuencia; miles de familias que carecen de servicios básicos y sufren de hambruna.
Cabe preguntarnos: ¿Cuál paz celebramos? ¿Porqué celebramos? al intentar responder estas preguntas nos damos cuenta que, al igual que nos impusieron la concepción que debemos celebrar la llegada de los españoles, hace más de 500 años y luego las gestas independentistas de 1821, la clase gobernante de hoy espera inyectar el narcótico de la celebración de un hecho del que debiera conmemorarse en razón de que se desperdició la posibilidad histórica de mejorar las condiciones de vida de la población más pobre.
La clase gobernante de hoy, se gasta importantes recursos del Estado en celebraciones de tales acuerdos para adormecer la conciencia popular evitando que pueda dilucidar que la paz que celebran las derechas en un país en guerra, es hueca y no es más que un acuerdo entre los ganadores de siempre: Así hemos visto que el FMLN, por ahora, el más grande de los partidos, celebra los acuerdos que permitieron la alternancia partidaria en el poder; también celebra Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) el más partido de los partidos. Estas celebraciones ocurren mientras el pueblo se debate entre el hambre y la criminalidad: Cada día que se logra comer y llegar a la noche jugando al escondite con la muerte, es un milagro en este país en guerra social, principalmente para la juventud.
El pueblo salvadoreño ha de aprender algunas lecciones:
1º. Que el proceso de liberación popular fue abortado por los Acuerdos “de Paz”, porque la máxima aspiración de la dirigencia del FMLN era llegar al poder para administrar el modelo económico social heredado, según los intereses del gran capital;
2º. La guerra se había convertido en un modo de vida, en un negocio para muchos corrompidos dirigentes de ambos bandos, en tanto que muchos traficaron armas, vendían drogas, asaltaban bancos, realzaban actividades de sicariato, etc.; por el lado del ejército, se hacía piñata de los casi 2 millones de dólares diarios que aportaba Estados Unidos de norte América para financiar la guerra de contrainsurgencia; por otro lado, teníamos una dirigencia del FMLN emborrachada con las ayudas recibidas de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Vietnam, Cuba, Libia, entre otras;
3º. La firma de los acuerdos “de Paz” sirvió para que ganaran los mismos que siempre ganan y para que se beneficiaran del sistema aquellos dirigentes guerrilleros más audaces. Para sostener lo anterior, basta con estudiar la vida de algunos negociadores de dichos acuerdos: Por ejemplo, Alfredo Cristiani Burkard, de presidente de la República pasó a ser uno de los más importantes empresarios del país; Joaquín Villalobos, ex comandante guerrillero, aprovechó los acuerdos para estudiar ciencias políticas en la prestigiosa universidad de Oxford en Londres, y luego se convirtió en asesor de ARENA; muchos otros ex comandantes, 20 años después son diputados, alcaldes y otros ocupan importantes cargos en el Estado saboreando la dulzura del poder y viviendo con lujos que si no hubiera sido por los acuerdos, no los tuvieran, pues muchos de ellos tienen bajos niveles de escolaridad y sólo aprendieron a disparar;
4º. Los acuerdos dieron origen al nacimiento de una nueva, pero vieja clase política: La burguesía de la dirigencia del FMLN electorero empieza a desplazar a la oligarquía representada por ARENA;
5º. La ilusión que los acuerdos “de Paz” firmados en Chapultepec el 16 enero de 1992 abrirían una etapa de conciliación social, ha resultado ser una desilusión para la población; en nombre de los acuerdos, se ha querido enterrar la justicia y faltar a la verdad; se creó la ley de amnistía para legalizar la impunidad; 20 años después El Salvador sigue siendo un santuario para los delincuentes: Aquí estuvo Posada Carriles; de aquí salieron terroristas para desestabilizar al régimen cubano; aquí vive y se protege a la mayoría de militares involucrados en la muerte de los padres jesuitas…Más allá de la disolución de la Guardia Nacional, de la Policía Nacional, de la Policía de Hacienda, depuración de la Fuerza Armada, desmovilización del FMLN, creación de la Policía Nacional Civil, Creación de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, entrega de tierras y créditos a los desmovilizados y de algunas garantías para la libertad de expresión, no se discutió en absoluto la refundación del sistema económico-político-social, mucho menos la transformación del Estado; por el contrario, se reacomodó el modelo neoliberal para que funcionara mejor, según los intereses de la clase política en el poder.
Sin el ánimo de restarle importancia a los acuerdos, porque podría haber sido peor sin ellos, muchos héroes y heroínas se jugaron la vida abrazando la esperanza de un futuro mejor y por dignidad, por respeto al pueblo, debiéramos conmemorar esta fecha porque celebrar es demasiado para los pocos resultados logrados en 20 años; es una bofetada y un insulto a la memoria histórica de quienes fueron y son víctimas de los 12 años de guerra civil y de los 20 años de guerra social.
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