Ramón D. Rivas
La educación en este país tiene problemas importantes y que apuntan hacia la equidad, no tanto en el acceso al sistema como en la permanencia y la preocupación por el egreso de los estudiantes con niveles apropiados de calidad educativa.
La construcción excesivamente centralizada y estadista de la educación es un esquema que hay que revisar. ¿Cómo es eso de que hay categorías a, b, y c en los centros de enseñanza? Que hay universidades acreditadas y otras no.
Eso se preguntaba el Ing. Badía Serra y yo mismo en reiteradas ocasiones también he hecho público mi rechazo a esa manera de simplificar el hecho. Lo que no sirve hay que hacerlo desaparecer, o que se reestructure para bien. En esta sociedad ya no estamos para perder el tiempo en mediocridades. Eso sí, se deben establecer buenos y efectivos parámetros de evaluación de la calidad, y todos tienen y deben de participar.
Considero que la educación salvadoreña esta enferma de uniformismo, está enferma de falta de libertad, de falta de pluralidad, de falta de diversidad… La experiencia nos enseña que donde no se alimenta la creatividad y la innovación no se pueden procurar niveles de excelencia, que es el otro elemento que le falta al sistema educativo salvadoreño.
Hay que hacer comulgar la equidad con la calidad, como forma de democratizar los contenidos. Soy de la opinión de que, en este país, el sistema educativo está atascado, atrasado, y tenemos que meterlo rápidamente en el siglo XXI. Hemos estado ante un sistema de educación inflexible y con un sentido de optimismo irreal. Nos han mentido, la realidad hoy nos lo está demostrando.
Hasta se ha dicho en años anteriores —y ¡cuidado…!, pues así es como se crean los mitos— que somos los que tenemos el mejor sistema de educación a escala centroamericana y que aquí todo mundo le apunta a la educación con excelencia.
La realidad es otra. Los parches en donde se esconde lo feo no se han querido quitar, para remendar de una sola vez lo malo. Hemos vivido en una sociedad mitificada. Los seres humanos somos todos distintos, y los salvadoreños no somos la excepción.
La educación tiene que ser flexible, y, sin embargo, estamos siguiendo el viejo modelo de fábrica, que es el modelo de la revolución industrial: todos empiezan en el mismo lugar y se visten de la misma manera, hacen los mismos estudios y salen por el mismo lugar con el mismo título. ¡Qué cosa..! Aunque todos dicen que se educan para el futuro, eso no es así. No se educa para el futuro, se educa para servir en una sociedad que no conocemos.
No niego que —año 2010 y lo que viene— para trabajar en el futuro es necesario dominar y desarrollar las tecnologías de la información y de las comunicaciones y que estas deban ser instrumentos para desarrollar la creatividad y no para hacer lo que esas máquinas programadas ya tienen.
En el mundo urbano en que vivimos ya no hay ningún puesto de trabajo, digno o de relevancia, en el que no se trabaje cerca de un equipo electrónico, de una computadora o que no se usen los medios de comunicación en forma intensa.
Hay que ver cómo se enseña y qué es lo que se enseña en los diferentes niveles educativos en los pueblos y cantones de nuestro país. Pero hay que ver esto mismo también en determinados colegios privados de nuestro país.
Y todos somos salvadoreños, y todos vamos a salir con el mismo diploma. Aquí hay bachilleres del primer mundo y bachilleres del cuarto mundo. ¡Qué cosa…! En este país nos estamos conformando con una educación a medias, y se educa y prepara solo el que puede.
Y todos somos salvadoreños y vivimos y vamos a seguir viviendo en el mismo país. Por lo menos eso espero, ya que la desbandada hacia el Norte continua. El sistema educativo en nuestro país tiene una deuda con la sociedad.
Puesto que no se está educando para el hoy y para el mañana, tendríamos que integrar, incluir y aumentar la capacidad creativa desde el punto de vista de la educación científico-tecnológica, y desde una edad temprana. No se trata de enseñar el cómo se enciende, se echa a funcionar y se apaga una computadora. La tecnología debe ser resolución de un problema práctico, debe ser poner el conocimiento y sumarle capacidad y creatividad aplicadas al sistema.
La enseñanza de la tecnología debe acercarnos a un país que quiere producir diversamente y explorar diferentes aspectos. El tema de la educación y su aplicación en el presente y en el futuro debe preocuparnos a todos, ya que esta tiene una relación directa con lo que llamamos, en general, la formación de la subjetividad salvadoreña.
Es tema de preocupación el cómo hacer que los jóvenes manejen su pasado para así poder funcionar en el presente y, por ende, poder funcionar en el futuro. El sistema de educación también tiene una deuda histórica con la sociedad salvadoreña de antes y después de los Acuerdos de Paz, ya que aquí, en los últimos veinte años, no se habla de historia ni nacional ni mucho menos internacional. Al paso que vamos es como si fuésemos un pueblo sin historia. ¡Imagínese usted…! Y es que hay un problema: es la formación docente.
En este país urge dignificar la carrera docente, y en todos los niveles. Y no hablo de más salario —que también es importante—, hablo de más formación pedagógica, de más capacidad científica, de más responsabilidad, de más compromiso y entrega; de más eficiencia y eficacia en el proceso educativo. Es necesario invertir en una formación con conocimientos integrales en los docentes.
En este país el docente está tan degradado que, en muchos lugares, decir ‘soy docente’ es como referirse a alguien que no pudo encontrar otra cosa para sobrevivir. Eso tiene que cambiar. En definitiva, urge apuntarle a la educación integral; esto es disponer de un conocimiento suficiente y las competencias requeridas, factores que no está incluidas en la currícula. ¿Será necesario comenzar a preparar a los estudiantes de educación media para su futuro profesional? En este país, y en muchos otros, existe ya la idea generalizada de que solo obteniendo un diploma universitario se es un ciudadano pleno, cuando en la realidad muchos connacionales serían buenos y necesarios, para el país, con un diploma técnico.
De qué le sirve al país tener miles de abogados, miles de administradores de empresas y miles de yo no sé qué más… cuando en este país cuesta encontrar un buen electricista o un buen albañil. Hay que preguntarnos también sobre el porqué hemos llegado, en nuestra sociedad, a degradar profesiones. En este país decir electricista, albañil o ebanista es decir “chicote muerto”.
Pero lo mismo vale para un profesional, y esto es lo que hay que analizar con seriedad y no con slogans. La ciencia y la tecnología son construcciones humanas; los que crearon la tecnología pertenecen a un momento histórico, a una sociedad, y tienen una ideología. Pero, además, la sociedad les da su lugar, también.
La tecnología debe ser transversal al currículo educativo formal. La tecnología debería de ser usada para formar a distancia, así como para dar apoyo y orientación a los docentes y esto es imprescindible. La tecnología puede democratizar la polarización nacional, que es mala para la enseñanza.
Mi opinión es que nuestro país urge de una educación pluralista y abierta, propia de las http://www.monografias.com/trabajos16/evolucion-sociedades/evolucion-sociedades.shtml sociedades modernas actuales que han comprendido que la educación debe dotar a las personas de las http://www.monografias.com/trabajos11/contrest/contrest.shtml herramientas necesarias para desenvolverse de manera óptima en la sociedad y en la tarea laboral.
Debemos tener claro y saber comprender que la educación no es una mera http://www.monografias.com/trabajos/adpreclu/adpreclu.shtmlcapacitación, sino que es el eslabón que permite que las personas ocupen un lugar dentro de la sociedad, y esto implica su formación integral y continua, ya sea en aspectos propios de su individualidad así como también en la adquisición de nuevos conocimientos que le permitan resolver los problemas y alcanzar las metas que cada uno se plantea.
Por ello, es indispensable que la enseñanza en este país lleve a cabo los cambios que requiere con urgencia, empezando por abandonar los paradigmas que la han caracterizado por tanto tiempo.
Urge dotar al sistema de enseñanza de una organización más flexible que rompa con el excesivo centralismo burocrático que concentra la mayor cantidad de recursos. En buena hora señores del Ministerio de Educación. Adelante y como dijo don Quijote; “ hay que dejar que los perros ladren Sancho”.
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