Por años hemos insistido en que la Escuela Pública salvadoreña merece y necesita el acompañamiento de las demás instituciones del Estado y, particularmente, el decidido apoyo de los titulares del Ministerio de Educación. Por el contrario, se condena a las instituciones de educación pública, al abandono y se promueve una cultura de violencia sistemática que va, desde la falta de entendimiento entre los titulares de esta cartera de Estado con el Magisterio, hasta la promoción y acompañamiento de grupos delincuenciales al interior de algunos centros escolares, generando inseguridad física y emocional en las comunidades educativas; inestabilidad laboral para los empleados y promoción de la anarquía en el funcionamiento de la Escuela Pública. Desde el periodo, llamado de “Tregua entre Pandillas”, la Educación Pública acelera su proceso de desnaturalización, a tal punto que, en varios centros escolares, hay grupos de poder de facto que usurpan funciones de miembros de las estructuras administrativas y, en otros casos, se encuentran formalmente desempeñando cargos en los Consejos Directivos Escolares, de modo infiltrado. A estas características de la escuela pública, se agregan las agresiones del Tribunal Calificador de la Carrera Docente, que nombra a directores, supuestamente no idóneos, pero con disciplina partidaria para promover el silencio del magisterio ante tantos vejámenes que sufre en el interior de la escuela pública; es por ello que, en 2016, año que SIMEDUCO ha denominado “Año de la Dignificación Magisterial”, nos hemos comprometido con visibilizar las miserias con las que, a diario, tienen que convivir nuestros compañeros docentes. Para ello, intensificaremos nuestra campaña de denuncias, a nivel nacional e internacional para forzar al desmontaje de estos laboratorios de violencia e instaurar una profunda cultura de paz, tan urgente y necesaria en los Centros donde se imparte educación pública.
Hacemos un franco llamado al magisterio a no dejarse provocar; a mantener la calma y denunciar ante nuestras autoridades sindicales más cercanas, cualquier acto que atente contra sus más elementales derechos; así mismo, invitamos a actuar con ética, con responsabilidad y con un alto compromiso social para evitar convertirnos en malos modelos y, por el contrario, contribuir adecuadamente, en la formación de una generación libre de violencia, altamente educada, capaz de resolver sus problemas con actitudes NO VIOLENTAS. Aclaramos que, en ocasiones, nos vemos obligados a utilizar métodos poco adecuados para visibilizar esta problemática, pero se trata de casos que hemos venido denunciando, incluso desde hace años, sin que las autoridades den respuestas, y en los que se corre el peligro de pérdida de vidas humanas.
Ante la descomposición del tejido social que enfrenta nuestro país, proponemos hacer nuestros mejores esfuerzos por hacer de la escuela pública, un Centro de Paz, Progreso y Desarrollo; así mismo, invitamos a las organizaciones de Derechos Humanos, nacionales e internacionales a dar seguimiento a esta realidad que está terminando con lo poco que nos queda de El Salvador.
“TRABAJO, ORGANIZACIÓN Y LUCHA”.
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