Según estudio, los padres señalan que las planas y sacar al alumno del salón predominan como forma de corregir en las aulas
Susana Joma
nacional@eldiariodehoy.com
Viernes, 14 de Diciembre de 2012
Los docentes del sistema público tienen poco conocimiento sobre
estrategias para lidiar con los problemas de irrespeto y violencia que,
bajo distintas formas, se presentan hoy en día en los centros
educativos.
Eso es parte de lo que se desprende de los resultados del estudio cuantitativo "Evaluación ciudadana del sistema educativo, sus políticas, actores y procesos", que fue realizado del 18 al 24 de noviembre por el Centro de Opinión Pública (COP) de la Universidad Francisco Gavidia (UFG).
Óscar Picardo, especialista en educación y miembro del equipo del COP, señaló que de un total de 1,297 padres de familia encuestados el 50.5 % afirmó que cuando los niños incurren en alguna falta los profesores les dejan que escriban muchas planas como una forma de correctivo, un 13.6 % expresó que los profesores sacan a los alumnos del aula y en pocos casos manifestaron que recurren a los reglazos y los plantones.
"Nuestra lectura es que los maestros no están muy preparados para resolver los problemas de disciplina. Obviamente se les han ido amarrando las manos en función de los Derechos del Niño, lo cual creo que es positivo, pero todavía el método de las planas no es algo que ayude mucho desde la perspectiva didáctica pedagógica", subrayó.
Y es que según el profesional este castigo puede tender a deformar la escritura porque ésta es obligada y esto puede ser un impacto negativo. De allí que considera que el Ministerio de Educación debe trabajar mejor con los maestros, de cara a ver cómo mejora la disciplina en las aulas y por otra parte también dotar a los educadores de más recursos para trabajar en el alumna, para que los alumnos estén entretenidos y no pierdan el interés.
"Creo que muchas veces un niño es difícil porque se aburre, no se está enseñando bien o sabe más que el maestro. Hay una gran variedad de casos, pero esto es un alerta para el Ministerio de Educación, para que diseñe programas de capacitación o formación sobre normas de convivencia, cómo tratar a los niños hiperactivos, niños con problemas.
A su criterio, la cartera de Estado debería considerar tener un grupo fuerte de sicólogos que viaje, itinerante, de una escuela a otra, porque cuando hay casos críticos el maestro no tiene las competencias para resolver casos que tienen que ver con problemas sicológicos o siquiátricos.
Esa dinámica de visitas les permitiría conocer las problemáticas de las escuelas, pero también capacitar a los docentes.
Para Picardo, esto es urgente, sobre todo por la incidencia de las pandillas.
Según el estudio, San Salvador, La Paz, Cabañas y Sonsonate son los departamentos donde los padres señalan más accionar de las pandillas alrededor de la escuela (41.3 %)y dentro de la escuela (30 %).
Curiosamente La Paz y Sonsonate también son los departamentos donde más padres reportaron la existencia de acoso sexual por parte de los alumnos (5.9 %) y docentes 8.4 %).
La situación en la escuela es más que compleja considerando que la incidencia del "bullying" (agresiones verbales, físicas y sicológicas de un alumno a otro) es alto (48.4 %), lo cual implica que las autoridades del ramo educativo deben diseñar estrategias disuasivas también para este fenómeno.
El estudio cuantitativo impulsado por el Centro de Opinión Pública señala que cinco de cada 10 padres entrevistados están satisfechos de que sus hijos estudien en una escuela, pero cuatro de cada 10 lo cambiaría por seguridad o por el ambiente.
Manuel Molina, secretario general de la gremial docente Simeduco, confirmó que si bien los centros tienen manuales de convivencia y reglamentos internos que dictan las conductas deseadas de docentes y estudiantes en la práctica, la realidad rebasa cualquier intención de mantener disciplina y mejorar los ambientes escolares.
Y es que según indica, las mismas leyes y tratados que han surgido en torno a los niños y jóvenes han hecho que el docente ya no sea una figura de respeto en el seno de la escuela.
"Según la ley, el subdirector es el encargado de la disciplina y dirige el Comité de Disciplina, pero se limita mucho. Antes se conocía la figura de suspensión del estudiante por uno o dos días, o la expulsión al que cometía una falta. Cada comité determinaba eso, pero ahora se ha hecho complicado aplicar disciplina", detalló.
El dirigente gremial, quien es director de una escuela de la zona rural, explicó que ahora los directores son obligados a recibir a jóvenes que ya han delinquido en diferentes situaciones y eso afecta aún más porque no está al mismo nivel de los otros estudiantes.
"Esas medidas que aparecen en la encuesta, como poner planas o sacar a los estudiantes del aula, son para grados menores, pero de sexto grado para arriba se complica mucho porque se tiene temor a represalias de los que están en pandillas", agregó el educador.
A eso se suma que si un docente suspende a un alumno, lo expulsa o lo saca del salón se expone a ser demandado ante las Juntas de la Carrera Docente.
Pero además de que los docentes han perdido potestad para corregir a los estudiantes, tampoco los padres de familia ponen de su parte. "Por resolver otros problemas, los padres se desentienden y terminan por echarle la culpa al maestro de cuestiones de conducta y académica que los estudiantes han tenido durante el año", señaló Molina.
Eso es parte de lo que se desprende de los resultados del estudio cuantitativo "Evaluación ciudadana del sistema educativo, sus políticas, actores y procesos", que fue realizado del 18 al 24 de noviembre por el Centro de Opinión Pública (COP) de la Universidad Francisco Gavidia (UFG).
Óscar Picardo, especialista en educación y miembro del equipo del COP, señaló que de un total de 1,297 padres de familia encuestados el 50.5 % afirmó que cuando los niños incurren en alguna falta los profesores les dejan que escriban muchas planas como una forma de correctivo, un 13.6 % expresó que los profesores sacan a los alumnos del aula y en pocos casos manifestaron que recurren a los reglazos y los plantones.
"Nuestra lectura es que los maestros no están muy preparados para resolver los problemas de disciplina. Obviamente se les han ido amarrando las manos en función de los Derechos del Niño, lo cual creo que es positivo, pero todavía el método de las planas no es algo que ayude mucho desde la perspectiva didáctica pedagógica", subrayó.
Y es que según el profesional este castigo puede tender a deformar la escritura porque ésta es obligada y esto puede ser un impacto negativo. De allí que considera que el Ministerio de Educación debe trabajar mejor con los maestros, de cara a ver cómo mejora la disciplina en las aulas y por otra parte también dotar a los educadores de más recursos para trabajar en el alumna, para que los alumnos estén entretenidos y no pierdan el interés.
"Creo que muchas veces un niño es difícil porque se aburre, no se está enseñando bien o sabe más que el maestro. Hay una gran variedad de casos, pero esto es un alerta para el Ministerio de Educación, para que diseñe programas de capacitación o formación sobre normas de convivencia, cómo tratar a los niños hiperactivos, niños con problemas.
A su criterio, la cartera de Estado debería considerar tener un grupo fuerte de sicólogos que viaje, itinerante, de una escuela a otra, porque cuando hay casos críticos el maestro no tiene las competencias para resolver casos que tienen que ver con problemas sicológicos o siquiátricos.
Esa dinámica de visitas les permitiría conocer las problemáticas de las escuelas, pero también capacitar a los docentes.
Para Picardo, esto es urgente, sobre todo por la incidencia de las pandillas.
Según el estudio, San Salvador, La Paz, Cabañas y Sonsonate son los departamentos donde los padres señalan más accionar de las pandillas alrededor de la escuela (41.3 %)y dentro de la escuela (30 %).
Curiosamente La Paz y Sonsonate también son los departamentos donde más padres reportaron la existencia de acoso sexual por parte de los alumnos (5.9 %) y docentes 8.4 %).
La situación en la escuela es más que compleja considerando que la incidencia del "bullying" (agresiones verbales, físicas y sicológicas de un alumno a otro) es alto (48.4 %), lo cual implica que las autoridades del ramo educativo deben diseñar estrategias disuasivas también para este fenómeno.
El estudio cuantitativo impulsado por el Centro de Opinión Pública señala que cinco de cada 10 padres entrevistados están satisfechos de que sus hijos estudien en una escuela, pero cuatro de cada 10 lo cambiaría por seguridad o por el ambiente.
Manuel Molina, secretario general de la gremial docente Simeduco, confirmó que si bien los centros tienen manuales de convivencia y reglamentos internos que dictan las conductas deseadas de docentes y estudiantes en la práctica, la realidad rebasa cualquier intención de mantener disciplina y mejorar los ambientes escolares.
Y es que según indica, las mismas leyes y tratados que han surgido en torno a los niños y jóvenes han hecho que el docente ya no sea una figura de respeto en el seno de la escuela.
"Según la ley, el subdirector es el encargado de la disciplina y dirige el Comité de Disciplina, pero se limita mucho. Antes se conocía la figura de suspensión del estudiante por uno o dos días, o la expulsión al que cometía una falta. Cada comité determinaba eso, pero ahora se ha hecho complicado aplicar disciplina", detalló.
El dirigente gremial, quien es director de una escuela de la zona rural, explicó que ahora los directores son obligados a recibir a jóvenes que ya han delinquido en diferentes situaciones y eso afecta aún más porque no está al mismo nivel de los otros estudiantes.
"Esas medidas que aparecen en la encuesta, como poner planas o sacar a los estudiantes del aula, son para grados menores, pero de sexto grado para arriba se complica mucho porque se tiene temor a represalias de los que están en pandillas", agregó el educador.
A eso se suma que si un docente suspende a un alumno, lo expulsa o lo saca del salón se expone a ser demandado ante las Juntas de la Carrera Docente.
Pero además de que los docentes han perdido potestad para corregir a los estudiantes, tampoco los padres de familia ponen de su parte. "Por resolver otros problemas, los padres se desentienden y terminan por echarle la culpa al maestro de cuestiones de conducta y académica que los estudiantes han tenido durante el año", señaló Molina.
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